CAPITULOS GRATIS – EL CHICO QUE NAVEGO A ESPAÑA

Capitulo Seis

Y el Gallo Cacareo de Nuevo

Toñi tenía solo catorce años cuando su tío la violó por primera vez. Fue legalmente una violación, aunque desde un punto de vista moral, fue otra de esas pequeñas batallas no declaradas en la guerra entre hombres y mujeres. Había sido la tarea inesperada de Pedro la de proporcionar un hombro a la solitaria chica durante los turbulentos días del divorcio. Pedro podía ver en la chica la viva imagen de su madre, la petulante y odiada torturadora de su querido hermano Adrián.

 

Él solía pasar muchas tardes en el hogar conyugal, solo, con una niña que había sido destruida emocionalmente no solo por la falta de amor, si no por el conocimiento de que su único valor para cualquiera de sus padres era como objeto para trueque o ser la manzana de la discordia. Pedro, siendo aún joven y sin pareja, hizo todo lo posible para llenar aquel vacío. La belleza de la niña y su manera natural juguetona de brincar alrededor de él, comenzó a despertarle ciertas pasiones de una forma totalmente anatema  a su educación Jesuita. Empezó una tarde cuando ella se tumbó junto a él, risueña mirándole a la cara cuando él intentaba leer.

 

“Tienes la piel tan bonita” comentó ella.

 

Él la ignoró.

 

“Y los labios tan increíbles”

 

Ella le besó, y él, perdido y abrumado por el joven y emocionado aliento de la niña, empujó su lengua dentro de la boca de ella y sintió la calidez y el sabor. Ella se subió a horcajadas y rozándose, provocó su excitación. Cuando ella sintió su lucha para sentir y acariciar sus nalgas y pecho, retrocedió diciendo: “Más tarde, quizás. Estas cosas necesitan su tiempo”

 

Reprendido, pero agradecido, le recordó justo a tiempo, el cómo se parecía a su madre. De hecho, cuando era más joven, Natasha, su cuñada, se había interesado en el joven Pedro de una forma que nunca le había sido correspondida.

La chica, a pesar de tener solo catorce años, una joven polluela, conocía su poder y cómo usar sus garras.

 

El dilema de Pedro continuó a pesar de sus intentos, a través de su hermano, para alcanzar algún tipo de compromiso que encontrara una escuela o institutriz para la niña. Toñi, como todos los niños de su edad en España, estaba equipada con toda la tecnología, y de esta forma lo atosigaba constantemente, mandándole fotos insinuantes y promesas de amor. Finalmente, un fin de semana, Pedro sucumbió forzosamente. Llegó en la tarde noche de la quincena que ella pasó con Adrián. Pedro ni había sido capaz de protestar; su hermano acababa de mandarle un mensaje al móvil diciéndole de ir a casa y posteriormente desconectó su teléfono. Pedro se había autoconvencido de que ella era una niña, y si acaso, solo tendría aventurillas con chicos del colegio.

 

Tras una cena ligera, mientras veían una película juntos, él se escabulló y se encerró en su habitación. Pareció que no había pasado ni un minuto cuando ella tocó a la puerta.

 

“¿Pedro, por qué me has dejado sola? No te he hecho nada hoy, seré buena, te lo prometo”

 

Sé hizo el duro, incluso cuando le oyó llorar a través de la puerta cerrada. Todo era muy confuso; sus instintos, su cuerpo la deseaba locamente, y de hecho este deseo había sido creado por ella, también instintivamente. Pero su edad decía que ella era una chica inocente, y la moralidad y la educación de Pedro, además del miedo a un escándalo familiar y consecuencias legales, le inhibía de tan siquiera rozarla levemente. Por otro lado, se sentía mal por ella y su soledad, además de responsable, dado que ella estaba bajo su cuidado.

Él a veces sentía que cuidaba de una tigresa. Intentó ponerse en contacto con su hermano, pero no recibió respuesta a sus múltiples mensajes y llamadas. Cuando ella tocó a la puerta de nuevo, y sollozando le dijo que se lanzaría desde el rellano, él cedió y abrió la puerta a una llorosa chica que fue a sus brazos en busca de calor. Entonces él le frotó la espalda y le besó la frente, y ella lo besó. De nuevo, Pedro se sintió perdido mientras ella, habiendo tomado posesión de su excitación con sus manos inquisitivas y torpes, desató sus pantalones a pesar de las débiles protestas de Pedro. De repente, sonó el timbre de la puerta.

 

“Un chico de la escuela” dijo ella “Lo había olvidado” Abrieron la puerta y un chico sobre su edad se despedía del coche que lo había dejado. Luego vio a Pedro y tartamudeando preguntó: “¿Quién es este?”

 

A lo que ella respondió rápidamente: “Es mi tío. Olvidé decirle que vendrías a hacer los deberes conmigo. Él es Matías”

 

El niño murmuró un “hola”, y ella dijo “Vamos” Fueron a su cuarto, desde donde ella se giró y sonrió a Pedro radiantemente. A continuación fue a cerrar y echar la puerta. Pedro no pudo explicarse lo que sucedió. Debía estar contento, pero de hecho se sentía brutalmente envidioso. Se maldijo por sentir lo que debía haber sido la última cosa para él sentir en aquellas circunstancias. No podía dejar de pensar que ella ahora estaría haciéndole al crío lo que le hubiera hecho a él, y luego se preguntó sobre este plan espontáneo con el chico, y si ella lo había diseñado para hacerle sentir celoso. Pensó muchas cosas, y más de una vez tuvo que pararse de ir y llamar a la puerta. Pasaron dos horas de tortura hasta que al fin el timbre sonara, y el padre del chico se lo llevara.

 

Pedro se sentó en silencio en el salón y ella fue a su cuarto. Con el tiempo, salió de puntillas, en su camisón, encendió la televisión y se sentó allí para verla. Él había conseguido neutralizar por completo su mente y realmente no le importaba.

 

Luego ella dijo “Solo es un crío”

 

Él la ignoró cuidadosamente y luchó en vano para entender las palabras que estaba leyendo.

 

“Estoy tan liada, Pedro. Igual me debes castigar, azotarme”

 

“¿Por qué motivo?” Le preguntó impaciente.

 

“Solo porque tú lo deseas, y yo por las razones que sean, me lo merezco” Tras esto, se quitó su camisón y se colocó sobre las rodillas de su tío en un instante, su joven y bello cuerpo desnudo se acomodó seductoramente, con unas dulces y blancas nalgas esperando su sentencia. Así que él le azotó el culo sonoramente, y a continuación, ella recogió la bata y volvió a su cuarto sollozando silenciosamente.

 

Pedro se las arregló para estar alejado durante bastantes semanas, dando excusas tales como, exámenes, enfermedad y compromisos con los amigos.

 

Adrián a menudo le abordaba, “¡Macho!, ¡macho!” llamaba escandalosamente. “¿Qué pasa contigo? Sabes que la niña está loca por verte” Imágenes de sus pequeños pechos de pezones endurecidos por su irrefrenable deseo, el penetrante hedor dulce de locura, pero deliciosa lujuria, y sus despampanantes y cálidas nalgas de tacto suave, pequeñas y redondas allí sobre sus rodillas, destellaron a través de su mente.

 

“Adrián, estoy increíblemente ocupado entre exámenes”

 

Callándolo, Adrián le recuerda, con la más pobre de las delicadezas, las cosas del pasado. De los días de internado cuando él le plantaba cara sin absolutamente ninguna duda, a todo aquello o a quienquiera que hubiese aparecido para molestar a su hermano menor. De cuando llevaba a su hermano con él, a pesar de las muchas protestas de sus amigos, a cada evento, con el fin de evitar que el niño se preocupara por las ausencias constantes y prolongadas de sus padres.

 

“De verdad que estaría con ella todo el tiempo, pero Natasha está intentando destruirme y debo pelear. Es como si estuviera planeándolo de tal forma que yo no pueda estar con Toñi. Cuando le mencione en mitad de una pelea a gritos, que la niña acaba contigo tantos días y noches, pareció enmudecer, incluso con algo de satisfacción, como si…” Se interrumpió “No lo sé…”

 

Pedro, desesperado por evitar el volver a casa, fingió un accidente y acabó con un tobillo realmente roto. Le salió el tiro por la culata. Incluso en el hospital, con la pierna en alto y escayolada, ella encontró la forma de estar a solas junto a su cama.

 

“Sí, Hermana, lo comprendo, no son horas de visita. Me echaré como un ratoncito en el sofá. Sí, claro, si os necesitamos, el timbre” Ella les dice que es su tío favorito. Y la familia es tan influyente que, a pesar de sus intentos de protesta, solo ven el lado de ella.

 

Hermana, no es para nada necesario que la niña se quede. Yo debo descansar para recuperarme”

 

Pero sus palabras parecían evaporarse; sencillamente la gente no le escuchaba.

 

“No se preocupe usted Señor Pedro. Es solo una niña y no molesta”

Luego, mirando a Toñi cariñosamente, otra vez “Ella no molesta. Es muy guapa”

 

Así que Pedro se recostó, estupefacto e inquieto. Sin embargo, su cuerpo, a pesar de sus males, ya estaba respondiendo a la presencia de Toñi, algo que habría creído imposible. Una vez que estaban solos, ella le dijo que lo sentía, y que los azotes habían sido buenos para ella, y que había sido mala con él. Pedro le preguntó cómo su madre le permitía venir y quedarse en el hospital.

 

“Ella me trajo aquí” dijo, mirándolo tras las cejas arqueadas, como para ver su reacción.

 

Pedro ocultó su consternación. Comenzó a darse cuenta de que quizás Natasha lo sabía todo, que tal vez ella era la arquitecta de todo el lío. La chica lo besó y él trató de escabullirse, pero fue obstaculizado por su pierna levantada. Sintió su cálida mano entrar en su pijama, y el alcance de su pasión mientras sus labios se movían a las áreas más íntimas de su cuerpo. No protestó. Estaba confundido y enfadado, pero lo que fuera que él pudiera alguna vez haber dicho, era culpable desde el primer beso, aquel día cuando estaba leyendo. Debería haberse quejado, pararlo desde el principio. Pero en la España feminista, habría sido culpable incluso si nunca la hubiera besado, solo por estar en la misma casa que la niña, y lo destruirían. De todos modos, la mayoría de los jueces eran mujeres también.

 

Así que simplemente se recostó y dejó que sucediera; le dejó que lo devorara una y otra vez.

 

En la siguiente ocasión, una vez totalmente recuperado, fue a pasar una noche en su casa, Toñi estaba en un estado de ánimo reticente y extraño.

 

Al día siguiente, su mundo se estrelló a su alrededor cuando la Policía Nacional llegó a su casa en gran número para arrestarlo por el incidente relacionado con la agresión y la violación de una menor. A medida que las cosas se desarrollaban, se percibía que su caso era un caso perdido, ya que habían mostrado sábanas manchadas de semen y ropa interior en la cama de la niña. La protesta de que ella lo había cogido de forma retorcida cuando ella lo estaba atacando, mientras él permanecía inerte en el hospital no habría convencido a nadie. Los abogados de Pedro intentaron establecer que la niña no era novata en las relaciones sexuales, ya que la ley española estaba más interesada en la edad sexual de la niña que en su edad física. Pero en el estrado, Toñi resultó ser una consumada actriz, y su causa se perdió.

 

A menudo Pedro tenía la idea de que todo había sido creado por madre e hija para atacar a su hermano, Adrián.

 

“Tendrías que ser muy malvada para manipular a tu hija de esa manera” Opinaba Adrián.

 

“No es la madre la que hizo la manipulación” replicó Pedro “Creo que fue la chica. Creo que es especialmente mala, malvada. Piénsalo Adrián, ella es hija de un español y de una muchacha rusa de la que realmente sabemos muy poco, solo que siempre ha sido tan rica como Creso. Piensa en todo lo que pasó en Rusia durante todos esos años, y que no fue la gente sencilla temerosa de Dios la que se hizo rica en el colapso de los soviéticos y el surgimiento del nuevo orden. Estas personas son diferentes de nosotros, tan diferentes que no te lo puedes ni imaginar”

 

“Quizás pueda” gimió Adrián “Quizás ya lo sepa”

 

Tres años más tarde, la madre de Toñi, Natasha, murió en un accidente, y Toñi, de apenas dieciocho años, heredó una enorme fortuna. Las circunstancias del fallecimiento de su madre no estaban claras, pero la presión de la familia garantizó que el caso fuera rápidamente archivado y olvidado. Toñi se trasladó a una enorme finca familiar rural en el sur de España, pero vivió un estilo de vida muy normal, incluso frugal, como si no quisiera perderse vivir una vida real rodeándose del boato de la riqueza. Había una madurez en su pensamiento que distanció hasta al pariente más persistente en sus esfuerzos por guiarla.

Ella trajo chicos a casa y chicas, y algunos se quedaron para vivir. Los rumores se propagaron en el pueblo sobre las drogas y las bebidas y las orgías, e incluso un vagabundo que fue asesinado en la zona. Cuando se le preguntó acerca de estas cosas, Toñi se encogía de hombros y lo atribuía a la envidia de la gran hacienda, la rica heredera y amigos extravagantes; todo lo que uno esperaría. El único aspecto de su vida que no era frugal era el comprar juguetes caros para sus amigas y amigos. Relojes Rolex y las últimas y mejores tablets, coches deportivos, ropa, teléfonos móviles, pero nunca dinero en efectivo. Rápidamente, llegaron a depender de sus caprichos.

 

 

Juan y Eduardo la habían convencido para ir a surfear, así que engancharon a algunos que conocían y se pusieron en marcha, el trío y María. Es como si a Toñi le cayera un rayo cuando Masuhun entró en la furgoneta. Ella lo vio, con su fresca integridad, su aparente honestidad y decencia, y se divertía con él, pero de alguna manera, incluso en la oscuridad, él hacía su corazón palpitar. A medida que el día amanecía con su evidente mejora de visibilidad, se dio cuenta de que era hermoso.

 

Su sonrisa fácil, mechones de gruesos y voluminosos cabellos negros cayendo en rizos sueltos hacia sus fuertes hombros, ágil, esbelto como un gato con toque de descaro tras de sí. Pero no era solo la belleza lo que la conmovía. Estaba confusa; algo primitivo dentro de ella le estaba diciendo que lo odiara, que lo destruyera, como a ese viajero santo, aquel inmundo vagabundo al que habían prendido fuego. Ella quería poseerlo, saborearlo, castigarlo, someterlo y, finalmente, destruirlo. Para quitar esa sonrisa de piedad de su rostro. Pero en su perversidad, también quería que él la amara, la poseyera violentamente, la dominara. ¿Fe? Iba a necesitar montañas de fe para seguir creyendo una vez que terminara con él.

 

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