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CAPITULO DOS, MALAK
Ella le dijo algo sobre él a la niña, quien se giró y miró a Pete. Sus dientes eran blancos y perfectos. Su sonrisa totalmente inesperada en un rostro cuya absoluta falta de expresión debía haber sido la única arma de la niña contra la maldad y la negligencia que se sucedían a su alrededor, y que ella sabía por instinto estaba muy, pero que muy mal.
– Dale cuscús.
– No, ella tomará lo que nos sobre.
Así que él se dirigió hacia la otra habitación para coger un plato y un tenedor. Sirvió un buen montón de sémola en el gran plato y lo colocó delante de la niña, quien se lanzó sobre la comida como un lobezno, usando las manos para devorarla ansiosamente. Él le dio pan y una Coca-Cola.
– ¡Malak! – dijo él bien alto, y ella levantó la mirada pero continuó comiendo. – Dile que pare.
Latifa, su amiga, le habló bruscamente a la niña, quien paró y miró a Pete. – Dice que lo siente.
– No tiene nada por lo que disculparse. Solo dile que me haría feliz si usara el tenedor.
Latifa habló con ella y la pequeña la escuchó atenta y humildemente. Luego se rio, una risotada de sentida alegría, mirándole, Pete, pillado por sorpresa, le devolvió la sonrisa sin poder evitarlo. Ella comió el resto de la comida con el cubierto, experimentando algo de dificultad. Mientras comía, seguía mirando a Pete en ocasión, riéndose con suavidad. El hombre estaba embelesado con la niña. Su belleza, sabiduría, y orgullo eran increíbles en una pequeña que vivía en la más abyecta pobreza, Y, por supuesto, se daba cuenta de que la niña, de algún modo, era consciente de su poder como futura mujer, de su encanto y belleza, y sabría cómo usarlos llegado el momento oportuno. Pete pensaba que ella sabía por instinto, por intuición, que él era el tipo de hombre que amaba a los niños y consideraba sagrado su derecho a ser niños. Por supuesto, también cabía la posibilidad de que ella simplemente creyera que los forasteros eran la orilla más verde de su río particular.
CAPITULO TRES, EL MAESTRO
– Bueno, es que me muero por empezar con el nuevo libro de lectura, Kim de la India, pero seguimos volviendo atrás y repitiendo.
– ¿Cuándo empezaste a aprender inglés conmigo, Dani?
– Un año desde que empecé sus lecciones, señor.
– La mayoría de la gente se pasa años aprendiendo a hablar un idioma. Aún así, tú lo hablas con fluidez y sacas sobresaliente en todos tus exámenes. ¿No crees que mi sistema es bueno? ¿O es solo que tú eres un alumno excepcional?
El niño se rio tapándose la boca: – Quizás seamos un buen equipo, señor. Una cosa, señor, ¿quién está sentado en el despacho escuchando nuestra conversación? ¿Es el director?
– No, Dani – dije, riéndome sin poder evitarlo. – Es otro miembro de nuestro equipo.
Bueno, el niño se puso tan rojo como una remolacha cuando vio a su padre, quien estaba bastante emocionado.
– ¿Qué haces aquí, papá?
El padre le dio un abrazo y un beso como respuesta, y yo envié al niño de vuelta a su clase. Yo no estaba cualificado. Yo era solo un estudiante, y todavía estudiaba gracias al sistema de horarios flexibles de la universidad. Así que era importante que le gustara a los padres, ya que era una experiencia útil para mí y me encantaba. Y también quería ser un líder, alguien que gustara a los niños. Mirando hacia el futuro, me di cuenta de que algún día ellos podrían ser aliados útiles. Y por supuesto, yo era maestro. Eso era lo que hacía y quería hacer con mi vida, y la satisfacción de ver a mis estudiantes florecer en la asignatura de la que yo era responsable. Era algo maravilloso. Por supuesto, siempre había esa urgencia que me dominaba, esa sensación de que había cosas que tenía que hacer, que se suponía que tenía que hacer, y ni siquiera sabía qué eran esas cosas mientras el tiempo seguía pasando.
CAPITULO SIETE, MARSA BEN MHIDI
Los hombres uniformados nos apuntaron con sus armas y nos gritaron que deberíamos desembarcar en la arena. Phoenix y yo levantamos las manos indefensos; mirándonos empezamos a obedecer, esperando que no descubrieran a las niñas y a su madre, quienes estaban acurrucadas en un rincón, temiendo por sus vidas. Pero no hubo suerte. El oficial preguntó por las mujeres y, subiendo al barco, las encontró inmediatamente. Les dio un golpecito sin mucha fuerza con la boca de su rifle, aunque la acción misma era desagradable, y las obligó a ponerse de pie, histéricas como estaban, y las empujó y forzó a bajar del barco.
Yo protesté con fuerza, diciendo que deberían cesar de comportarse de tal modo con una mujer y sus dos hijas pequeñas. Él respondió agresivamente, diciendo que sabía que esta familia había formado parte de una agresión contra su padre y marido. Alternativamente, también podía ser que mis amigos y yo fuéramos secuestradores y traficantes, y sufriríamos todas las consecuencias de nuestras acciones en Argelia, donde sabían como lidiar con tales asuntos. Uno de los policías que estaba sacando a las niñas del barco acarició las nalgas de la niña mayor, y ella le retiró la mano de un bofetón. La reacción del hombre fue llamarla puta y empujarla hasta que cayó sobre la arena húmeda. Los habitantes y otros mirones habían recuperado despacio su valor y ahora estaban más cerca de nosotros. Malak se giró en redondo para acudir en defensa de su hermana.
– Detén tu mano. ¿Por qué interfieres de un modo agresivo y bestial con la hermana del hombre que es la mitad de la humanidad? – gritó con su vocecilla. Su abuela parecía haber hecho un gran trabajo enseñándole muchos de los dogmas básicos del Santo Corán.
– Cállate, pequeña bruja – rugió el hombre, y algunas personas de entre la multitud empezaron a gritarle.
– Ella dice la verdad. Muestra respeto.
– Deja a la niña en paz, abusón.
– Ten respeto.
Gritaron muchas otras cosas, y entonces un anciano se adelantó y gritó: – Alá lo ve todo. A vosotros también, profanadores.
– Respetad a una joven doncella que es Haram[1] para ti y todavía tiene su vida de Da’wah[2] para vivir honrando a Alá – gritó la pequeña. Que tales palabras salieran de una niña diminuta parecía irreal.
El policía debió haberse sentido amenazado porque atacó a la niña, levantándola del suelo con el golpe. La gente se quedó asombrada. Las mujeres gritaban, los hombres vociferaban, y yo reaccioné. Al estar cerca, pude darle una patada en toda la cara, y de repente todos se echaron sobre mí, dándome patadas y puñetazos, con la gente gritando y chillando hasta que el oficial les llamó al orden. Yo solo sabía que estaba tumbado boca abajo sobre la arena mojada, completamente aturdido. Fui consciente de alguien abrazándome y llorando, y me di cuenta de que era Malak. Luego un hombre se arrodilló a mi lado, palpando mi cuerpo, presumiblemente buscando roturas, haciéndome preguntas en francés; lo más probable es que fuera un médico. Seguía gritándole a la policía, seguramente manteniéndoles alejados, ya que podía verles a mi alrededor. El oficial también le estaba gritando al abusón. Entonces dio una orden y empezamos a subir por la playa con Tanirt, las niñas, y Phoenix.
– ¿Qué debemos hacer con el americano enfermo?
– Dejad que el médico le vea y luego traedle – contestó el agente.
Nos encerraron en una cabaña diminuta junto a la comisaría de policía, que estaba situada en el paseo marítimo justo detrás de la playa. Los policías que nos llevaron allí se quedaron, fumando cigarrillos y regodeándose por su premio.
– Las niñas y la mujer son de nuestra propiedad – fanfarronearon.
– Son fugitivas de su marido y padre, así que son delincuentes, y tú eres un terrorista marroquí que probablemente reciba un tiro. El oficial te interrogará. ¿Quién sabe? Quizás él y tú podáis llegar a un acuerdo. A nuestro oficial le gustan los pollitos jóvenes.
Rieron estridentemente y las niñas lloraron. Nos dejaron a los cuatro allí, sin agua y solo con un cubo como letrina. Tanirt me preguntó si lo que habían dicho era cierto. Ella me contó que su marido le había advertido que su familia tenía derecho a matarla si ella huía de él. Se lo había dicho cada vez que ella se rebelaba como consecuencia de sus palizas de borracho.
[1] N. Significa prohibido en árabe y Halal es el contrario, una palabra también utilizada en la liturgia Hebrea.
[2] N. La vida de Da´wah, una vida llena de belleza , un ejemplo del Islam.
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